sábado, 26 de abril de 2014

Historia de amor

Hola otra vez chicos/as hoy os traigo algo completamente nuevo, he empezado hace poco a escribir historias con crítica social y me gustaría publicarlas y saber vuestra opinión, aquí os dejo mi primera historia, espero que os guste:

HISTORIA DE AMOR :
Coger la bufanda, coger la bufanda, coger la bufanda.
Esas palabras se repetían en mi cabeza como un disco rayado. Como de costumbre me he dormido y tengo 20 minutos para peinarme, maquillarme, vestirme y salir corriendo para alcanzar el bus y no llegar tarde al trabajo.
Ya me he vestido, me he hecho un moño alto en menos de 5 segundos, un poco de rímel y algo de colorete para no verme tan pálida, miro el reloj nerviosa, solo me quedan 5 minutos para que el bus salga, me apresuro a la cocina, cojo una manzana y corro hacia la parada.
Nunca corrí tanto en mi vida, y cuando por fin llego a la parada ahí esta el bus esperando por mi.
Me subo, pago y me siento a tomar mi `desayuno´. Miro por la ventana, ha empezado a llover y se ha levantado un viento horroroso. Un día horrible, de repente mi mente me lo recuerda. LA BUFANDA.
Un día horroroso, yo con gripe y sin bufanda. Bravo Clara, lo has vuelto a hacer, un aplauso a ti y otro a tu cerebro. Ya he llegado a mi parada, iré a mi puesto de trabajo y esperaré impaciente a que pasen mis 8 horas…
Clara pasa el tiempo entre ordenadores e informes hasta que termina su jornada laboral.
Por fin he salido del trabajo, un día largo… Ahora mi merecido descanso. Necesito un chocolate caliente, hace un día de perros,  no traigo mi bufanda, buscaré una cafetería y me sentaré a relajarme. Diviso una cafetería pequeña y bastante acogedora, fuera tenían un cartel que ponía : `TENEMOS CHOCOLATE CON CHURROS´
Perfecto, entro, pido mi chocolate y mientras el camarero me lo prepara abro mi bolso y saco mi cajetilla de tabaco,  necesitaba un cigarro y lo necesitaba ya. Me dispongo a encenderlo cuando una voz interrumpe mi silencio :
-`Señorita, no puede fumar aquí dentro, si quiere fumar tendrá que ir a la terraza´
-Uy, perdón, es verdad, la nueva ley, lo siento, ahora voy a fuera.-Dije con educación y una sonrisa en mi cara mientras mi mente imaginaba diferentes torturas para aquel camarero.
Estaba fuera, con el frío,  la lluvia y sin mi querida bufanda…
Veía la ciudad a la vez que daba una calada a mi cigarro, la veía, pero no la miraba, tenía demasiados pensamientos en mi cabeza como para fijarme en los detalles de la ciudad. Una voz me interrumpió de nuevo.
-Perdona, ¿Tienes fuego?
-¿Qué? Ah si, fuego, claro toma
-Muchas gracias- Dijo guiñándome un ojo mientras me devolvía el mechero y bajaba la calle
¿Hoy era el día de interrumpir a Clara? 
Bueno, en verdad no me había molestado que me pidiera fuego, me alegro la vista y su guiño me saco una sonrisa. Fue un guiño de agradecimiento con un toque de picardía. Llevaba una cazadora marrón oscura de aviador, un jersey rojo de pico y unos vaqueros oscuros, vestía bastante bien, fumaba Malboro, se ve que el dinero no le falta… Su pelo era corto y rubio, no ese rubio feo, ni ese rubio que esta entre castaño y rubio, no, rubio rayos de sol, rubio verano, rubio llamativo, sus ojos se clavaron en mi desde el primer momento, su mirada era penetrante y misteriosa, tenía los ojos más bonitos que he visto nunca, negros como el carbón de nuestras minas, mucha gente piensa que los ojos bonitos son los claros, pero yo creo que no aprecian la belleza de lo oscuro, y sobre todo no ven más allá que el color, cuando lo bonito de unos ojos es la mirada, una mirada lo dice todo sobre una persona.
Tenía unas manos muy suaves, cuando me devolvió el mechero las toqué y fue como si tocase una nube, una suavidad tan dulce…
¿Pero qué me pasa? ¿Cuánto tiempo llevo hablando de esto? 
Clara por favor, solo te ha pedido fuego, no es el amor de tu vida.
Tire el cigarro, me tomé mi chocolate aún pensando en este pequeño encuentro y volví a mi casa para dormir.
Al día siguiente lo mismo de siempre la misma rutina, me levanto, me preparo, voy al trabajo y salgo del trabajo, en realidad ahora era como si mi vida no tuviera ningún sentido, ¿Para qué me levantaba? No había nadie en casa que esperase a mi llegada, ni que me llamase o me necesitara, pero eso cambió, empecé a ir a esa cafetería con la esperanza  de que me volviera a pedir fuego. Y así fue,  salía siempre a fumar mi cigarrillo esperando mi guiño de ojos y un `Hola´
Os parecerá una tontería pero a mi no, amaba esos momentos, era mi parte favorita del día, me gusta pensar que bajaba por esa calle para encontrarme a mi… Así pasamos casi 4 meses, nuestra comunicación no necesitaba palabra, valían las miradas, los guiños, y comernos con los ojos mientras bajaba la calle.
Fueron los 4 meses más excitantes de mi vida, nunca tuve tantas ganas de ver a alguien. Pero un día no fue así. Todo salió mal aquella mañana.
Tuve que quedarme en una reunión muy importante y se eternizo hasta el punto de ser casi las 9 de la tarde y seguir trabajando…. Una vez que lo termine todo salí corriendo hacia la cafetería con la esperanza de que hubiera ido y me estuviese esperando.  Mientras corría un sentimiento muy raro me invadió el cuerpo, era como correr sabiendo que el tren había salido de la estación, como mirar el reloj cuando sabes que llegas tarde, como gritar cuando sabes que nadie te va a oír, eso me deprimió, pero yo seguía corriendo, era mi deber, tenía que aferrarme a alguna esperanza pero a la vez la posibilidad de no ver a nadie allí me aterraba. Corría con miedo, con miedo y con ganas, con angustia y con nervios.
Subí una cuesta y llegué a la cafetería. Ahí estaba yo sola, cerré los ojos, respiré profundo y abrí mi bolso para fumar un cigarro cuando mi silencio volvió a romperse
-No saques nada, a este te invito yo.
-¿Qué?
-Tú me diste fuego cuando lo necesitaba, déjame que te invite a este cigarro.
-De acuerdo.- Dije sin poder evitar una sonrisa de felicidad absoluta y emoción a la vez que encendía el cigarrillo.
Había un silencio incómodo en el ambiente mientras fumábamos nerviosos.
-¿Por qué no viniste?
-No pude, hoy en la oficina tuve mucho lio y quería salir antes pero mi jefe no me dejaba y estaba muy agobiada porque pensé que no llegaba y que tú no estarías y no te volvería a ver y se me cae el mundo encima y…
Me callo agarrándome de la cintura y aproximando su boca a la mía, notaba sus latidos y oía como respiraba por la nariz. Nos miramos, no sé cuanto tiempo, a su lado el tiempo es subjetivo e incalculable, me cogió con su mano la barbilla aproximándola hacia su boca, iba a besarme cuando saque fuerzas de donde no tenía para preguntar lo que siempre quise preguntar:
-¿Cómo te llamas?
-Mónica, mi nombre es Mónica.

Mónica me callo con un beso largo, dulce y pasional, era precioso el contraste que había entre el frío y la humedad de la calle y el calor que desprendían nuestros cuerpos enredados.
Hecho por María Méndez Arias. 

Ningún comentario:

Publicar un comentario